MI TRAUMA CON LAS MONTAÑAS RUSAS


De pequeño mis padres decidieron llevarme a un parque de atracciones, pues es lógico pensar que a un niño le gustaria ir a un lugar del estilo, ¿verdad? Al principio estaba muy emocionado aunque no sabía ni que era, pero como todo el mundo hablaba de 'Port Aventura' diciendo que no había mejor cosa en el mundo, pues yo pensaba que sería algo super emocionante.

Para quien no lo sepa, Port Aventura es un lugar muy grande, muy muy grande, por eso al llegar nos quedamos boquiabiertos por la infinidad de actividades que teníamos por hacer. Miramos el mapa que nos regalaron y empezamos a andar. Pasamos por el lado de grandes atracciones como 'El Huracán Cóndor', cuya caracteristica consiste en subirte a una gran altura para después dejarte caer en picado y a mí eso de la caída libre no me hacía mucha gracia.


Buscamos una que fuera para mi edad y encontramos una pequeña montaña rusa con una pequeña subida de escasos metros y un par de curvas. Emocionado me subí y el carricoche empezó a moverse. Clac, clac, clac... Clac, clac, clac... Era el sonido de los engranajes que indicaban la subida por la rampa. En ese momento mi cara de felicidad se transformó en una de terror. No podía parar de decir 'No debería haber subido, no debería haber subido...' Una y otra vez...

Pero ya nada importaba, estábamos abordo y no había marcha atrás. Una bajada de tres metros, posiblemente la más pequeña del mundo, nos esperaba. Fue justo cuando empezamos a caer, que lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas y gritos empezaron a aturdir a todo el mundo.

Lo peor no fue eso, lo peor fue que cuando me estaba secando las lágrimas al lado de la atracción, me enseñaron las fotos que me hicieron. ¿Os podéis creer que era el único niñato que lloraba? Y no solo eso, (que ojalá) después de traumarme de por vida y ver como me humillaron las cámaras frente a todo el mundo, mi madre que me acompañaba, tubo las narices de preguntarme si quería una copia de la foto en físico...


Pero no pasa nada, ahora ya soy todo un hombre que ha superado su trauma y que demuestra su masculinidad hiendo todo el día sin camiseta, presumiendo su gran y musculoso pecho peludo, con una gran barba poblada y talando madera con una hacha muy afilada mañana tras mañana...

PD: No odio a Port Aventura ni nada de este sector, de hecho recuerdo esta anécdota con cariño, solamente no está hecho para mi, aunque si que hay una cosa que no entiendo... ¿Por qué la gente no tiene miedo a la muerte? No se, yo me subo a eso y ya veo la luz del final del túnel, pero parece ser que todo el mundo está ciego.

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