CARL MENGER: Fundador de la Escuela Austriaca de Economía


Carl Menger (1840–1921) fue el fundador de la Escuela Austriaca de Economía, una corriente que transformó profundamente el pensamiento económico moderno. Su obra rompió con las ideas dominantes de su tiempo al introducir una visión subjetiva del valor y un enfoque metodológico completamente distinto al de las escuelas más influyentes del siglo XIX.

Antes de Menger, muchos economistas seguían la teoría del valor-trabajo, que sostenía que el valor de un bien dependía de la cantidad de trabajo necesario para producirlo. Menger cambió esa perspectiva radicalmente: sostuvo que el valor no está en el objeto ni en su costo de producción, sino en la utilidad que representa para cada individuo. Es decir, el valor es subjetivo, varía según las necesidades y preferencias de cada persona. Esta idea fue clave en la llamada Revolución marginalista, que Menger protagonizó junto con William Jevons y Léon Walras. Introdujo el concepto de utilidad marginal, según el cual el valor de un bien depende del último uso que se le da: por ejemplo, el primer vaso de agua tiene más valor que el décimo, porque responde a una necesidad más urgente (la sed).

 

Fundamentos de la teoría económica: los conceptos clave según Menger

Uno de los logros más importantes de Menger fue establecer definiciones claras de los conceptos básicos de la economía, sin los cuales —según él— no se podía construir una teoría sólida. Estos son algunos de los más fundamentales:

Necesidad: Es la sensación de una carencia acompañada del deseo de eliminarla. Las necesidades son el punto de partida de toda acción económica.

Bien: Es cualquier cosa que pueda usarse para satisfacer una necesidad humana. Un objeto solo se convierte en un “bien” si alguien lo reconoce como útil para un fin determinado.
 

Valor: Surge cuando un bien es reconocido como necesario para satisfacer una necesidad concreta. El valor, por tanto, no está en el objeto, sino en su relación con el sujeto que lo valora.

Intercambio: Es la acción mediante la cual una persona entrega un bien para obtener otro que considera más valioso en ese momento. El intercambio es posible porque los individuos valoran de forma distinta los mismos bienes.

Estas definiciones marcan el inicio de una economía que parte del individuo, sus juicios y sus decisiones, no de entidades colectivas ni de condiciones materiales objetivas.

 

Teoría de los bienes y del capital

Menger también desarrolló una teoría detallada sobre la estructura de los bienes económicos, distinguiendo entre:

Bienes de orden inferior (o de consumo directo): satisfacen necesidades inmediatas (comida, ropa, agua).

Bienes de orden superior (o de producción): se utilizan para producir otros bienes (herramientas, maquinaria, materias primas).

Este análisis sentó las bases para una teoría del capital más sofisticada, desarrollada por Eugen Böhm-Bawerk (discípulo de Menger), quien explicó cómo el capital se forma a través de procesos de producción indirectos y largos, que requieren tiempo, ahorro e inversión. Esta teoría austriaca del capital ayudó a explicar el papel esencial del tiempo y la preferencia temporal en la producción y la formación de precios, elementos que los modelos neoclásicos muchas veces pasaban por alto.

 

El dinero como institución emergente del mercado

Menger también revolucionó la comprensión del dinero. Afirmó que no fue creado por el Estado, sino que surgió espontáneamente en el mercado a través del proceso de intercambio. Los individuos, buscando facilitar el trueque, empezaron a preferir ciertos bienes más líquidos y aceptados por todos —como la sal, el ganado o los metales preciosos— hasta que esos bienes adquirieron un rol monetario.

 

Prueba histórica: el dinero sin Estado

Una prueba clara de esto es el caso del sistema de “oro polvo” en África Occidental, en regiones como Ghana antes de la colonización europea. Allí, el polvo de oro circulaba como moneda sin haber sido impuesto por ningún gobierno central. Su aceptación surgió porque era duradero, divisible, y ampliamente deseado. De forma similar, en las cárceles modernas o en tiempos de guerra, productos como cigarrillos o latas de comida han funcionado como dinero sin necesidad de intervención estatal. Estos casos respaldan la tesis de Menger: el dinero emerge de la práctica, no de un decreto.Una economía lógica, no empírica

Menger defendía que la economía debía construirse como una ciencia teórica y deductiva, basada en principios universales derivados de la acción humana. Este enfoque lo llevó a rechazar el uso excesivo de estadísticas, matemáticas y métodos empíricos, ya que consideraba que los fenómenos económicos no podían entenderse como procesos físicos. La acción humana es consciente, subjetiva y cambiante, y por tanto no puede predecirse ni modelarse con precisión matemática.

Esta visión lo enfrentó con la Escuela Histórica Alemana, que pretendía deducir leyes económicas a partir del estudio de instituciones pasadas. Menger consideraba que ese enfoque confundía historia con teoría y no permitía extraer principios verdaderamente universales. El conflicto dio lugar al famoso Methodenstreit ("debate sobre métodos").

 

¿Qué es la economía empírica y por qué la rechazaba Menger?

La economía empírica es aquella que busca entender los fenómenos económicos a través del análisis de datos, la observación de hechos reales y la validación de teorías mediante experiencia concreta. Utiliza herramientas estadísticas y modelos matemáticos, y es el enfoque dominante en la economía académica actual.

Menger, sin embargo, creía que ese método era inadecuado para estudiar la economía, porque los datos por sí solos no explican las causas. La acción humana es guiada por fines, motivaciones subjetivas y decisiones individuales, cosas que los modelos matemáticos no pueden captar con fidelidad. Para él, la economía debía partir de axiomas básicos —como que el ser humano actúa— y construir una teoría lógica que explique el comportamiento económico desde sus fundamentos.

 

Ejemplo práctico: la Gran Depresión (1929)

Durante la Gran Depresión, los economistas empíricos observaron la caída del consumo, el desempleo y la contracción del crédito, y propusieron soluciones basadas en esos datos, como el New Deal estadounidense, que incluía gasto público y control estatal de la economía.

Desde el enfoque de Menger, ese tipo de medidas habrían sido vistas como intervenciones equivocadas sobre los efectos visibles, sin comprender las causas profundas. Un análisis teórico habría buscado entender por qué las personas dejaron de consumir, invertir o producir, posiblemente señalando la expansión artificial del crédito o distorsiones en el sistema monetario. Para Menger, actuar sin teoría sólida era como tratar los síntomas sin conocer la enfermedad.

La crítica de Carl Menger a la economía empírica no fue una oposición a los hechos, sino una advertencia sobre cómo interpretarlos. Sostenía que solo una economía construida desde los principios de la acción humana puede ofrecer una comprensión verdadera y coherente del mercado. Gracias a su legado, la Escuela Austriaca sigue defendiendo que la economía es una ciencia humana, no una rama de la estadística ni una imitación de las ciencias naturales.

 

Conclusión:

Carl Menger no solo cambió la forma de entender el valor económico; redefinió los fundamentos de toda la teoría económica moderna. Al colocar al individuo, sus necesidades y juicios subjetivos en el centro del análisis, rompió con siglos de pensamiento objetivista que trataba de explicar la economía desde el trabajo, la producción o las clases sociales. Con su teoría del valor subjetivo y de la utilidad marginal, ofreció una base sólida y coherente para comprender cómo y por qué las personas valoran, intercambian y producen bienes.

Su enfoque metodológico también marcó un antes y un después: defendió una economía como ciencia lógica y deductiva, alejada de la imitación de métodos empíricos propios de las ciencias naturales. Al hacerlo, estableció un marco de pensamiento riguroso, centrado en la acción humana individual, que sigue siendo la base de la Escuela Austriaca de Economía hasta hoy.

Además, Menger dejó aportes duraderos en campos clave como la teoría del capital, la estructura de los bienes, el origen del dinero y la función del mercado como proceso dinámico. Su visión del dinero como una institución espontánea del intercambio y no como una imposición estatal anticipó muchas discusiones contemporáneas sobre monedas alternativas, criptomonedas y descentralización.

En definitiva, Carl Menger fue mucho más que un economista marginalista: fue un pensador profundo que entendió que la economía es una ciencia de las acciones humanas, no de las cantidades impersonales. Su legado permanece vivo en quienes buscan comprender la economía no solo como una serie de estadísticas, sino como una manifestación compleja de la libertad, la elección y la interacción humana. 

 


 

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